Sinopsis editorial:
Martina es brillante, aunque ella se empeñe en ocultar su luz. Expresiva y espontánea, no sabe canalizar sus sentimientos. Su carácter arrollador y sin filtro la hace parecer cruel, pero ¿no será solo un mecanismo de defensa? Magnus es más sosegado. Parece observarlo todo desde una segunda fila. No está muy seguro de por qué ha acabado estudiando medicina, quizá por seguir a su hermana, o porque no puede escapar de la estela de sus padres. ¿O será porque tiene verdadera vocación? El núcleo duro de amigos de la infancia, la Facultad de Ciencias de la Salud y una promesa que salta por los aires marcarán el inicio de la etapa universitaria de ambos.
Comentarios:
Aunque me quedó claro desde el principio que esta historia forma parte de una serie, lo que no me esperaba es un final abrupto que deja todo en el aire, como si todo lo ocurrido hasta ese momento no fuese más que un pasatiempo para todos, tanto para los personajes como para el lector.
Mientras tanto llegaba ese no final, lo que sí puedo decir es que la trama resultaba interesante, sin que las referencias académicas y sanitarias cansasen, pues están bien integradas en la narración.
El protagonismo repartido entre Martina y Magnus aporta dos puntos de vista diferentes sobre las diversas situaciones, aunque muchas veces sean muy cercanos al ser hermanos. No obstante, es un equilibrio que se rompe a menudo a favor de Martina, cuyas peculiaridades psicológicas marcan el ritmo de la narración.
Ya desde un principio se podía observar que por ahí vendrían la mayoría de situaciones complicadas, puesto que las actitudes de Martina quedaban fuera del rango de la normalidad social. Claro que Magnus también tiene lo suyo y es muy capaz de meterse en líos él solito.
El resto de personajes también tienen su importancia, sobre todo lo que denominan como el núcleo duro, ese grupo de amigos que llevan así durante muchos años, por lo que no es de extrañar que se formen parejas ahí dentro, que otra cosa será que duren, que si en esta entrega habrá que que aguanten hasta el final, ya se verá en las próximas.
Con parejas casi adolescentes de por medio, la mayoría están justo en los veinte años o por debajo, las escenas íntimas enseguida suben de tono hasta el frenesí, aunque también reconozco que la autora las ha desarrollado con el espíritu adecuado.
Tal como me ha parecido, “Síntomas de locura” abre con mucha soltura, con una lectura tan atractiva como entretenida, una serie donde se combinan los estudios con los lances románticos y eróticos de los protagonistas, que mientras aquí destacaban Martina y Magnus, en las siguientes podrían ser otros, aunque sobre eso tengo dudas, por que las historias de ambos, sobre todo de Martina, se han quedado ahí, sin más, al finalizar ese primer curso.
Selin
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