Sinopsis:
Alicia se traslada a Manhattan para vivir su nueva vida, pero la llegada no es como ella esperaba. La empresa que iba a contratarla está cerrada por una investigación policial. El piso que iba a compartir está en un edificio decrépito y, como postre, el coche que alquila y donde lleva sus cosas, pincha una rueda. Cuando llega al taller más cercano que encuentra por internet, descubre que está cerrado.
Justin contempla a la mujer que llega a su taller, la pobre parece haber sobrevivido a una catástrofe. Decide escuchar lo que tiene que decirle al mundo y le genera ternura su desesperación.
Comentarios:
Entre el título y la portada, me dejé seducir por una historia que luego ha sido un disfrute leyéndola. Lighling Tucker la publicó hace algo de tiempo, en julio de 2019. ¿Cómo es que la reseño ahora? Resulta que leí la novela el año pasado, pero me despisté y no hice nada entonces; ahora he descubierto el lapsus y como no quería ponerme a la labor con lo que pudiese recordar, he vuelto a leer la historia.
Lo que ha pasado es que he vuelto a reírme a carcajadas con las aventuras y desventuras de esta pareja entrañable, Alicia y Justin, con la variopinta fauna humana de Nueva York, aunque ellos se encuentran lo mejor de lo mejor… para el lector, que maldita la gracia que debe hacer encontrarse con semejantes especímenes.
La historia avanza a muy buen ritmo entre confidencias, citas desastrosas y charlas llenas de comentarios con excitantes dobles sentidos. Las imágenes de cada escena se forman en la imaginación con mucha facilidad, sobre todo los hilarantes tropiezos, que están desarrollados con naturalidad, como una coreografía bien ensayada.
Hay pocas novelas que disfrute igual o más en una segunda lectura, “Las catástrofes de Alicia” es una y tal que así la recomiendo con mucho placer. Y ahora que he comprobado que hay una segunda parte con “Los encuentros de Cristina”, ya sé cuál es mi siguiente lectura, cuyas impresiones compartiré en breve en el blog.
Selin
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