lunes, 22 de junio de 2015

Proyecto de junio en Adictos a la escritura

Llega el verano y la propuesta es una historia con el calor como protagonista. Como opciones principales serían la sensación térmica o la fiebre; claro que hay veces que pueden ir unidas, sobre todo si hay una hoguera muy cercana y "algo" ayuda a acalorarse por completo. Disfrutad la historia.


Una danza en el bosque

Esta vez me había organizado para tener una semana de vacaciones por San Juan y poder ir al pueblo. Igualmente no me iba a librar del calor, que este año el verano ya empezaba con temperaturas bastante elevadas.

Tenía un motivo para venir aquí, en lugar de irme a otro lugar que fuese más refrescante: durante las vacaciones anteriores, que entonces fueron bien a finales del verano, Lilian me había intrigado al contarme una historia sobre un dolmen milenario, que estaba en un claro de un bosque cercano y, por lo que me decía, allí ocurrían cosas extrañas cuando se iniciaba el verano.

Pero cuando nos vimos de nuevo, me sorprendió que esquivase la cuestión con evasivas.

Llegó la verbena sin que todavía hubiese podido hablar sobre el tema con ella. Pero cuando anocheció y vi que Lilian salía de su casa, enfilando hacia la salida del pueblo, la seguí a distancia. 

Otras amigas se le unieron y juntas se internaron por el camino que llevaba hacia el dolmen, tan solo iluminadas por la luz de la Luna.


Pensé que querrían hacer algún ritual y me decidí a espiarlas. Esperé un poco antes de seguirlas, no quería que me descubriesen. Poco rato después se detuvieron y encendieron una pequeña hoguera. 

Las llamas iluminaron el claro y poco más allá el dolmen, que parecía como si presidiese la escena.
Lilian echó algo al fuego. Las llamas se avivaron, a la vez que un humo blanquecino se extendía alrededor. Entonces comenzaron a danzar alrededor, mientras entonaban un extraño cántico hipnótico.

Cuando me di cuenta, mi cuerpo también seguía el ritmo; debí hacer algún ruido y se giraron hacia donde estaba escondido. Noté la mirada de Lilian, fija en mí; por un momento pensé en huir, pero ya me había reconocido y no tuve opción.


Se acercó sonriente y me invitó a unirme a ellas. Sorprendido, además de pillado en falta, no se me ocurrió rehusar y salí al claro. De nuevo se reanudó aquella danza, ahora con mi participación, y también el cántico.

Al poco me noté acalorado. No hizo falta que buscase algo de beber. Rápidamente me ofrecieron un trago de la bebida que habían traído consigo. Primero pensé en ser educado y dar sólo un sorbo, pero entre que notaba mucho calor y que aquella bebida estaba deliciosa, bebí casi media botella.

No pareció importarles, al contrario, reían alborozadas, incluso me animaban a que me bebiese lo que quedaba.


Enseguida empecé a notar una gran euforia y me sentía pletórico de energía. Ahora fui yo quien las arrastró a ellas a seguir con el baile y marcaba el ritmo. Una vorágine de sensaciones se apoderó de mi cuerpo. 

A mi alrededor todo se movía y me sentía flotar. Me rodeaba un remolino de rostros y cuerpos, mientras una gran excitación crecía en mi interior. Quería explotar, vaciar mi ser por completo allí mismo.

No sé en qué momento perdí la conciencia, sólo que cuando desperté estaba bien entrado el día, con el sol bastante alto.

Ya han pasado dos días desde que me aventuré a seguir a Lilian y todavía sigo notando un enorme cansancio, siento como si me hubiesen estrujado el alma hasta dejarme seco.

Tengo una vaga idea de lo que ocurrió. Al menos me tranquiliza saber que hasta la próxima danza tengo suficiente tiempo para recuperarme.


Selin

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