Mi pareja en esta actividad es Kate PB y su historia la podréis leer en este enlace: Decisión culposa.
Por mi parte, he escrito una historia policíaca, con algún giro al final:
UN RASTRO DE PLUMAS
El
inspector Montes llegó hasta la puerta de servicio del teatro, donde le
esperaba Miguel Estébanez, el director. Había recibido media hora antes su
llamada, pero no había querido entrar en detalles. Su voz había sonado bastante
alterada y no le quiso forzar a decir más.
—Gracias
por venir tan rápido, inspector Montes, estamos en un verdadero aprieto.
—No es
nada, amigo Estébanez, dígame, ¿qué es lo que ha ocurrido?
—Aún no
sabemos nada...
—Pero
algo sí que ha pasado, ¿o no? Cuéntemelo, por favor.
—Ha
desaparecido. La diva Carlota Martos. Me avisó la modista de que no contestaba
y estaba preocupada por si le había pasado algo. Fui a su camerino. Llamé a la
puerta, pero seguía sin contestar. No sabíamos que podía haber ocurrido, así
que entramos. Pero dentro no había nadie.
—¿Sólo
hay una puerta de acceso? ¿Hay alguna otra forma de entrar o salir?
—Sí,
como es habitual, sólo hay la puerta para entrar. Bueno, este camerino tiene
una pequeña ventana, pero es imposible salir por ahí, está en medio de la pared
posterior del edificio, a demasiada altura sobre la calle.
—En
todo caso, habrá que echar un vistazo, ¿no le parece?
—Sí,
claro, vamos, acompáñeme, inspector Montes, es por aquí.
Ambos
subieron por la escalera de servicio hasta la planta de los camerinos
principales. En el pasillo había unas cuantas personas: operarios, asistentes y
también alguno de los artistas. La misteriosa desaparición había creado
expectación, y aunque todavía estaban con los preparativos previos al estreno,
apenas faltaba un par de días.
Al
entrar en el camerino, Montes observó que estaba ordenado, no había señales de
que hubiese pasado nada extraño. Sólo había un detalle que desentonaba: unas
brillantes plumas coloreadas, formando un montoncillo en el suelo.
—¿Qué son
esas plumas?
—¡Ah,
sí! Son parte del tocado que luciría en la representación. Se debía estar
preparando para el ensayo general, que se hace con el atrezzo completo. Se
actúa igual que para una representación normal, con toda la vestimenta
completa.
—¿También
ha desaparecido lo que iba a vestir?
—Esto...
no, justo volvía la modista con el traje, ya que le habían hecho algunos
arreglos de compostura, y se sorprendió bastante de que no contestase nadie
desde dentro.
—¿Pero
se había quedado con el tocado?
—Sí,
antes se lo habían traído todo. Fue entonces cuando comprobaron que faltaban
unas piezas, que la modista supuso que se habrían soltado y estarían todavía en
el guardarropa. Por eso se fue de nuevo, para arreglarlo allí, sin tener que
molestarla mientras lo hacía.
—¿Pasó
mucho rato entre ir y venir?
—Poco
más de un cuarto de hora, no demasiado.
—¿Y
nadie ha vuelto a verla después?
—No, se
ha esfumado por completo.
El
inspector Montes examinó la pequeña estancia con detenimiento. Aun siendo el
camerino de una diva, no era demasiado espacioso, pues como siempre, hay falta
de espacio en un teatro de la ópera.
Aparte
de las plumas en el suelo, no había nada más fuera de lugar. Se notaba que
había habido alguien poco antes, pues encima del mueble tocador había algunos
botes de crema y maquillaje, alguno abierto.
Lo que
sí echó en falta fueron las pertenencias de la diva, no veía nada que
identificase a quien había estado allí dentro.
—Una
pregunta, Estébanez.
—¿Sí,
inspector?
—Supongo
que vendría con algún abrigo o lo que fuese, además de su bolso, ¿verdad?
—Sí,
claro, ¿ocurre algo?
—No están,
vea usted mismo.
El
director se giró sorprendido y comprobó que era cierto, también habían
desaparecido.
Entonces, el inspector Montes se acercó hasta la pequeña ventana que le habían mencionado y que no era más que un ventanuco. Vio que el pestillo no estaba echado y se subió a una silla para verlo más de cerca y observar fuera.
El
ventanuco daba a una calleja, que quedaba hacia la parte posterior del edificio. Había poca luz, no era un lugar de paso y apenas había alguna farola que apenas iluminaba el entorno.
El inspector notó un movimiento, una sombra que parecía esconderse por los soportales, había algo familiar en la figura, pero la escasa luz no le permitía reconocer a quien andaba allá abajo.
De repente hubo como un estallido de luz, que le hizo apartar la mirada. Cuando volvió a mirar, solo vio unas volutas de humo, que ascendían lentamente. Se volvió hacia dentro, algo confuso, y bajó de la silla. Había dejado el ventanuco abierto y una corriente de aire se llevó las plumas que había en el suelo.
Miró al director, que se había quedado parado por la sorpresa y comprendió lo que tenía que decirle:
—Ella había llegado al final de su carrera y no quiso esperar más. Ha desaparecido como un Ave Fénix y algún día volverá, pero para eso tiene que pasar tiempo.
El inspector notó un movimiento, una sombra que parecía esconderse por los soportales, había algo familiar en la figura, pero la escasa luz no le permitía reconocer a quien andaba allá abajo.
De repente hubo como un estallido de luz, que le hizo apartar la mirada. Cuando volvió a mirar, solo vio unas volutas de humo, que ascendían lentamente. Se volvió hacia dentro, algo confuso, y bajó de la silla. Había dejado el ventanuco abierto y una corriente de aire se llevó las plumas que había en el suelo.
Miró al director, que se había quedado parado por la sorpresa y comprendió lo que tenía que decirle:
—Ella había llegado al final de su carrera y no quiso esperar más. Ha desaparecido como un Ave Fénix y algún día volverá, pero para eso tiene que pasar tiempo.
Selin
.