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VEN CONMIGO
Canción: Mano en la niebla, de Eva García-Alcalde
Volvían de las fiestas de una población cercana, felices, conversando, haciendo planes de futuro, cuando en una curva... Diego no recordaba bien qué pasó luego, en su memoria solo quedaban algunos retazos: el coche que sigue recto, su falta de reacción, el impacto contra unas rocas, el aturdimiento,… el silencio.
No se pudo hacer nada por Noelia, que había recibido la peor parte en el choque. En cambio, Diego apenas sufrió poco más que algunas magulladuras y un fuerte shock nervioso.
Ahora que por fin había conseguido volver, Diego estuvo un buen rato ensimismado, dándole vueltas a la culpa que sentía, mientras observaba a su alrededor. De pronto, una pequeña piedra redondeada atrajo su mirada. Era una más entre otras que había por allí, no sabía bien por qué aquella le llamaba la atención, pero se agachó y la cogió para observarla más de cerca.
Al cogerla notó calidez en su mano, algo que le sorprendió, pues aquel lugar estaba a la sombra, como casi todo el día. Incluso le pareció notar que vibraba, que le hacía sentir unas leves cosquillas en su mano, pero pensó que serían sus propios nervios del momento. En un impulso instintivo decidió llevársela, sin pararse a pensar en las extrañas circunstancias del hallazgo.
De vuelta a casa, ya anochecido, examinó en su habitación la piedra con más detenimiento, sin sacar nada en claro, pues parecía igual que las demás, no obstante sentía que era importante, aunque no alcanzaba a entender el porqué.
Aquella noche y las que siguieron soñó con Noelia. Eran unos sueños intensos, llenos de detalles, que luego recordaba por la mañana con total claridad y no olvidaba en ningún momento.
Su comportamiento cambió, ansiaba que llegase la noche y durante el día apenas hablaba con nadie, absorto en aquellas imágenes que llenaban su mente todo el tiempo, mientras tocaba la piedra, oculta en un bolsillo.
Poco a poco, los sueños se fueron haciendo más oscuros, se llenaban de sombras donde antes veía luminosidad, también un sentimiento de urgencia comenzó a manifestarse, cada vez con más claridad. Hasta que llegó una noche en que notó como se acercaba un final, aunque no atinaba a descubrirlo.
A la tarde siguiente, Diego volvía por la carretera después de haber ido al pueblo vecino. Cuando se acercaba a la misma curva del accidente, vio allí la imagen de Noelia, que le hacía gestos de llamada. Paralizado por la sorpresa, se dejó ir, sin hacer nada para evitarlo, hasta que el coche chocó y, a continuación, Diego solamente notó como el mundo se oscurecía.
No sabía cuanto rato había pasado, cuando el sonido de unas sirenas le despertó. Al abrir los ojos vio como el parabrisas estaba roto y los cristales se acumulaban contra la base de las rocas. También había saltado hasta allí una pequeña piedra redondeada… que ahora estaba fuera de su alcance.
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Selin
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