jueves, 29 de noviembre de 2012

Una tarde de invierno, para el proyecto mensual de "Adictos a la escritura"

En esta ocasión se trata de desarrollar un microrrelato, pues el límite máximo es de quinientas palabras, con una temática definida, pero sin utilizar algunas palabras con estrecha relación con ella. Había diversas opciones y yo me he decantado por:

Un encuentro amoroso (que no tiene porqué ser sexual, mucho ojo, puede ser una cita o un flechazo a primera vista). Las palabras que NO se pueden usar son: pasión, deseo, amor, lujuria, cariño.

El resultado es esta historia de un bonito recuerdo:


Una tarde de invierno


Quedaba poco para acabar el año y se propuso en el trabajo hacer una especie de fiesta de fraternidad. Como lugar apropiado se escogió el almacén. Un gran tablero sirvió para colocar las bebidas y los platos de comida.
De algún sitio llegó un tocadiscos y unos altavoces. En poco rato aquello ya no parecía el sitio habitual del trabajo. Bueno, siempre que no mirases más allá de las sábanas que cerraban el espacio hacia los lados y vieses las estanterías con los productos.
Deambulé entre un grupo y otro, yendo de charla en charla hasta que comenzaron a irse algunas personas y se fue aligerando el espacio. Mientras me movía fui haciendo fotos, tanto de los grupos como algún retrato. Intentaba captar la verdad de cada uno, aunque rara vez lo conseguía. En una foto sí, fue a Marta, en un instante en que me miró fijamente; en el retrato quedó tal como era, una chica linda de sonrisa contagiosa, pero además los ojos traslucían sus sentimientos, aunque eso lo supe más tarde, cuando revelé el carrete de fotos.
Otras veces había charlado con Marta, poco rato pues su encargada no nos quitaba ojo y si la entretenía más de la cuenta ya se acercaba enseguida con algún encargo urgente. Esa tarde no vendría nadie a interrumpirnos y lo aprovechamos. No sé cómo se nos ocurrió, pero retiramos los platos, vasos y botellas que todavía estaban en el tablero. Supongo que habríamos estado recogiendo. Cuando vimos toda la superficie libre tuvimos la misma idea y nos tumbamos allí encima. No vayáis tan rápido, que estábamos a la vista de los que todavía quedaban y no era cosa de ponerse a hacer manitas, que para eso ya tendríamos tiempo después, más tarde.
La cuestión es que nos sentíamos muy unidos, los cuerpos juntos, en contacto. El tiempo se deslizaba, entrelazado de palabras y de silencios, de miradas cómplices, de algún inocente revoloteo de manos, de sonrisas llenas de fantasía. Cuando nos dimos cuenta estábamos solos.
Era momento de irse y eso hicimos, para así poder continuar nuestra particular historia lejos de ojos indiscretos, que los hubo y bastante turbios. Alguien, el dueño de la empresa, nos vio y armó la bronca al día siguiente. Pero tuvo un pequeño error de identificación, de manera que nadie le mintió cuando decían que no habían visto a la pareja que nombraba haciendo nada encima del tablero. Huelga decir que ya no hubo más fiestas, primero para evitar que se repitiese el espectáculo, poco después porque la empresa acabo cerrando al no poder mantenerse en aquella época de crisis bastante fuerte, vamos, como ahora, pero con mucho menos dinero, que un obrero se iba a su casa con pocos miles de pesetas en la paga del mes.
Por lo que respecta a nuestra pequeña historia, pasó que éramos muy jóvenes y, hacia el final de aquel invierno, nuestras vidas siguieron caminos separados. 

Selin




6 comentarios:

  1. Es muy bonita la historia.
    Gracias por compartirla con nosotros: a mi no se me hubiese ocurrido escribir una cita en una fiesta de empesa ^^
    Saludos.

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  2. Escrito de una manera deliciosamente natural. Me gusta

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  3. Selin: Imagino que fue hace ya bastante tiempo, ya que el protagonista usaba cámara de carrete.
    "Recordar es vivir",yo lo tengo por cierto, ya que en mi vejez el recuerdo es mi amigo.
    Muy evocadora historia.
    Cariñosamente: Doña Ku

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  4. Buen relato, solo que al final me parece demasiado brusco, pero en fin, si no hubo nada más, ¿para qué entretenerse?

    Un abrazo.

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  5. Bonito encuentro, o desencuentro, amoroso. Es una historia bastante íntima, aún a los ojos de todos.
    A mi, personalmente, no me suelen gustar las alusiones directas al lector "...No penséis que...", pero bueno, consiguen captar al despistado que aún no entrado en historia.

    Un beso!

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  6. ¡Hola! Es un relato muy bien narrado, con descripciones exactas y toque perfecto de drama y melancolía. Lo que no me gusto fue el final, me pareció apresurado. ¡Un abrazo!

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